CAPÍTULO  11

 

Creciendo en Cristo

(Traspasando Mi Techo)

 

 

 

El Dios vivo quiere que traspasemos los techos que nuestra sociedad ha hecho y que nosotros mismos nos hemos puesto. ÉL quiere que nos remontemos hacia los cielos. Él no quiere que nada impida o limite nuestro ascenso. Un techo es algo que pende sobre nuestras cabezas e imposibilita nuestro ascenso. ¿Has estado alguna vez dentro de una habitación donde podías subir más arriba del techo? Podrías tener una escalera que te permitiera llegar cerca del techo, pero ¿cómo podrías haber subido más arriba del techo? Los techos ponen límites y restricciones a cuán alto la persona puede subir.

 

 

En muchas sociedades primitivas la gente alcanza el nivel del techo a una edad temprana y por el resto de sus vidas permanecerán en ese nivel, sin subir más allá. Por ejemplo, un aborigen australiano puede empezar a rastrear y cazar a una edad muy temprana. Como a la edad de 15 años alcanza el nivel de adulto, en que puede cazar, subsistir y proveer para sí mismo y para otros. Ha alcanzado el techo y no hay nada más alto que él pueda lograr. Ha llegado. En las sociedades primitivas la gente hasta se casa a una temprana edad. Es cierto que cuando un joven tiene 20 años puede ser más fuerte y ser un cazador más experimentado, pero básicamente está al mismo nivel que 5 años antes y permanecerá en este nivel por el resto de su vida. Sus habilidades podrán mejorar, pero seguirá haciendo básicamente las mismas cosas que la vida en la jungla requiere.

 

 

 

 

 En el diagrama superior tenemos a una persona que vive en su choza en la jungla. Ha aprendido a ser un cazador, un sobreviviente, un proveedor. Puede atender responsabilidades de adulto, aunque aun sea un adolescente. Continuará cazando, subsistiendo y proveyendo hasta que sea demasiado viejo o esté demasiado enfermo para hacerlo.

 

 

 

Nuestra sociedad industrializada también ha puesto techos sobre nuestras cabezas, aunque no alcancemos el nivel del techo hasta alrededor de los 25 años. Nosotros crecemos y nos desarrollamos y miramos hacia delante para terminar el colegio y quizás luego graduarnos en una universidad. Luego buscamos un trabajo, una esposa (o marido), hijos, una casa y un automóvil y entonces hemos terminado. ¡HEMOS LLEGADO! Hemos alcanzado nuestro nivel. Somos adultos. Lo hemos logrado y estamos satisfechos. Hemos llegado al techo y no subimos más.

 

 

 

 

 

En el diagrama superior tenemos a un americano común que se ha graduado. Ahora tiene su educación, un diploma y pronto tendrá un trabajo y quizás una familia. El siente que ha llegado y que ha alcanzado el final de su jornada. El no va más allá del techo que se ha puesto a sí mismo.

 

 

A veces la gente pregunta a los más jóvenes, “¿Qué harás cuando seas adulto?” Esta pregunta implica que vendrá un tiempo en que el muchacho será adulto y que ya no necesitará seguir creciendo. Sabemos que la persona deja de crecer físicamente. Una persona que mide 6 pies a los 20 años, seguirá midiendo 6 pies a los 60 años. Quizás pueda disminuir de tamaño. ¿También es así en el ámbito espiritual? ¿Quiere Dios que lleguemos a cierto nivel y que dejemos de crecer?

 

Considere 2 Pedro 3:18: “Antes bien, _____________ (este verbo esta en tiempo presente: sigue creciendo, tienes que estar creciendo siempre, continua creciendo, no dejes de crecer) en la gracia y en el _____________________ de nuestro Señor y Salvador Jesucristo.” ¿Quiere Dios que alcancemos cierto nivel y que luego dejemos de crecer? ______ ¿Quiere que algún techo se interponga en nuestro camino?

 

Dios quiere desmantelar y despedazar ese techo que nos limita y nos coarta y nos impide subir y ascender. Cuando hay un techo, tenemos miedo de saltar demasiado alto y golpear nuestra cabeza. Dios quiere que nos elevemos por sobre cualquier techo. ÉL quiere destrozarlo por completo para que podamos crecer y aumentar y desarrollarnos como personas. Cuando se trata del crecimiento y desarrollo espiritual, el cielo (el firmamento) es el límite.

 

 

 

 

 

En el diagrama de arriba encontramos a un hombre que no está limitado por ningún techo auto impuesto. El lo ha traspasado y el cielo es su límite. El quiere subir y ascender. El quiere remontar a nuevas alturas. El no quiere que nada impida su ascensión.

 

 

En Efesios 4:15 leemos que el creyente debe “c__________ en todo en ____________ que es la cabeza, esto es _____________”. Dios Mismo es el CIELO hacia el cual debemos crecer. Dios quiere que lo alcancemos a Él (quien es muy Alto) y que aprendamos de Él y que crezcamos en el conocimiento de ÉL. El hombre nunca alcanzará este techo, porque es infinitamente alto. Por lo cual nunca debemos dejar de aprender y desarrollarnos y crecer y llegar cada vez más Alto.

 

Deberíamos ser como un vaso que tiene una CAPACIDAD INFINITA (la habilidad de admitir y contener más y más). Nuca podemos decir que el vaso está lleno. Siempre debemos decir que el vaso necesita más y más. Nunca debemos dejar de beber de los manantiales de Dios. Dios quiere que nuestra CAPACIDAD AUMENTE SIEMPRE—que seamos capaces de contener más y más de ÉL. Es necesario que ÉL C_____________ (Juan 3:30). Dios tiene que poner siempre más de ÉL en mí.

 

Pablo dice en Colosenses 3:10: “y revestido del nuevo, el cual conforme a la imagen del que lo creó se va renovando hasta el ___________________ pleno”. Nuestra relación con Dios es renovada y refrescada constantemente a medida que crecemos y nos desarrollamos y ascendemos y proseguimos. De igual modo, en Efesios 4:23 Pablo dice, “y renovaos en el espíritu de vuestra ___________.” Nuestra mente debe estar siempre desarrollándose y en constante progreso.

 

El verdadero aprendizaje demanda mayor aprendizaje. Proverbios 1:5—“Oirá el sabio, y _______________ el saber, y el entendido adquirirá consejo”. Si una persona no sigue aprendiendo, dejará de aprender. Tenemos que crecer siempre y aprender siempre. La escuela nunca debe terminar. A veces la gente piensa que la graduación es el final, cuando en realidad es sólo el comienzo.

 

La persona que sigue aprendiendo y progresando y desarrollándose es la persona que es mental y espiritualmente sana. Cuando una persona no quiere aprender o cree que no necesita aprender, está demostrando lo poco espiritual y mentalmente sana que es.

 

¿Has escuchado el dicho, “no puedes ensañar nuevos trucos a un perro viejo”? Esto implica que cuando una persona envejece ya no puede aprender cosas nuevas. ¿Es cierto ésto? Si una persona deja de aprender cuando envejece, es culpa de ella solamente. Mientras Dios nos conceda una mente que funciona, debemos seguir aprendiendo.

 

Dios quiere que todos crezcamos y progresemos y aprendamos nuevos trucos, (aprender cosas nuevas acerca de un Dios infinito y eterno). En Colosenses 1:10 Pablo ora para que los creyentes “crezcan en el _____________________ de Dios”. Dios quiere que el creyente esté siempre progresando y ampliando su mente y llenándola con más y más conocimiento de Dios.

 

Si una persona realmente quiere crecer, lo hará. ¿Has sido salvo? ¿Has gustado la benignidad del Señor (ver 1 Pedro 2:3)? Cuando una persona saborea algo que es realmente bueno, DESEARÁ más y más (ver 1 Pedro 2:2). Cuando una persona recién es salva, ha gustado la benignidad y bondad y la gracia del Señor. Cuando continua en su vida cristiana, deseará saber más acerca de la bondad y benevolencia y generosidad de Dios.

 

En la relación de una persona con el Señor las cosas deberían volverse siempre nuevas y frescas y más y más maravillosas y significativas. Por ejemplo, cuando un hombre está recién casado con su amada, él dice, “te amo” y esto es algo muy significativo para él en ese momento. Con el paso de los años sin embargo, esas palabras deberían incrementar su significado y la relación amorosa entre marido y mujer debería ser más profunda. La palabra “amor” debería ser para ellos más significativa que cuando estaban de luna de miel.

 

Así es con nuestra relación con el Señor. ¿Entenderemos alguna vez el amor de Dios en toda su plenitud (Efesios 3:19)? ______ ¿Cuándo terminaremos de sondear a nuestro Dios y de escrutar las profundidades de nuestro gran Dios y Su incomprensible sabiduría (Romanos 11:33)? _________ Hasta cosas simples (tales como “soy salvo”, “tengo vida eterna”, “mis pecados han sido perdonados”, “de tal manera amó Dios al mundo”, “Cristo me amó y se dio a Sí mismo por mí”) deberían adquirir nuevas dimensiones y nuevos significados a medida que crecemos y progresamos en el Señor. Deberíamos estar siempre aprendiendo y entendiendo lo que estas cosas significan. Hay algo desesperadamente malo cuando una persona dice, “Yo sé lo que significa ser salvo y no tengo nada más que aprender”. Esa persona ha dejado de crecer. Esa persona está revelando su propia superficialidad. Esa persona ha alcanzado su techo y no irá más arriba.

 

El Señor quiere que cada creyente crezca. Dios quiere tratar con cada área de nuestra vida para cambiarnos y renovarnos y hacernos más parecidos a Cristo. El problema es que hay ciertas áreas de nuestra vida que no queremos que sean tratadas o tocadas por Dios y esto impide nuestro crecimiento. Por ejemplo, considera a una persona que va al médico para un examen físico. El no quiere que el médico examine ciertas partes de su cuerpo. Se conforma con que el doctor examine su garganta y le tome el pulso, etc. Pero pueden haber otras partes del cuerpo que no quiere que sean examinadas, de modo que dice, “Basta, doctor, no siga. No me importa que haya ciertas áreas que no estén sanas. No quiero saberlo”. Esa persona ha puesto un techo (o un muro) y no quiere que el médico lo traspase. Es muy posible que esté impidiendo que el doctor encuentre en su cuerpo algo que es muy importante.

 

Debemos permitir que Dios traspase cualquier techo que pudiéramos haber puesto. Tenemos que permitir que el Gran Médico haga lo que quiera para que seamos espiritualmente sanos y ricos en ÉL. Necesitamos dejar que Dios nos examine por donde ÉL quiera: “Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón; pruébame y conoce mis pensamientos; y ve si hay en mí camino de perversidad, y guíame en el camino eterno” (Salmo 139:23-24).

 

La actitud de mucha gente (incluso de cristianos) es ésta: “Siempre he sido así. No puedo cambiar y tampoco quiero ser diferente. Estoy conforme con ser como soy y no quiero otra cosa”. Podrían decir, por ejemplo, lo siguiente:

 

“Siempre he sido gruñón, ¿por qué he de cambiar?”

“Siempre estoy preocupado por esto o aquello. No puedo dejar de preocuparme.”

“Soy muy tímido con la gente y siempre lo seré.”

“Siempre he tenido problemas para controlar mi temperamento. Creo que seguiré así hasta que muera.”

 

Todos estos son techos que la gente necesita traspasar. Dios no quiere que los creyentes permanezcan iguales. Dios está obrando en nosotros para cambiarnos y transformarnos (2 Corintios 3:18; Romanos 12:2). En vez de decir, “Señor, así es como yo soy y yo voy a morir así,” yo debo decir, “Señor, no quiero más techos. Quiero subir. Quiero cambiar y corregir cosas en mi vida. Quiero crecer y desarrollarme y quiero ser todo lo que TÚ quieres que sea. Señor, traspasaré este techo con Tu gracia y con Tu poder.”

 

En Hechos 6:7 y 12:24 y 19:20, ¿qué es lo que vemos CRECER y PREVALECER?

__________________________________________ Hemos estado estudiando como crecen y deberían crecer lo creyentes, pero, ¿cómo crece la Palabra del Señor? La Biblia a menudo se refiere a la Palabra de Dios como a una S_____________ (Lucas 8:11). La Palabra de Dios encuentra buena tierra para crecer y la buena tierra es el corazón preparado y dispuesto del creyente (Lucas 8:15).

 

La fórmula de Dios para el ÉXITO es esta: Su pueblo tiene que estar en la Palabra de Dios y la Palabra de Dios tiene que estar en Su pueblo. Los creyentes se alimentan de la Palabra de Dios y la Palabra de Dios hace Su obra en el creyente (al encontrar buena tierra en el corazón del creyente y echa raíces y crece y aumenta). “Por lo cual también nosotros sin cesar damos gracias a Dios, de que cuando recibisteis la palabra de Dios que oísteis de nosotros, la recibisteis no como palabra de hombres, sino según es en verdad, la palabra de Dios, la cual actúa en vosotros los creyentes” (1 Tesalonicenses 2:13). Esto se ilustra como sigue:

 

 

 

 

La Palabra de Dios

mora en el creyente

“¡La Biblia permanece  en mí!”

Juan 15:7

Colosenses 3:16

1 Juan 2:14

Salmo 119:11

Jeremías 20:9

 (contraste: Juan 5:38)

 

 

El creyente mora en la

Palabra de Dios

“¡Yo permanezco en la Biblia!”

Juan 8:31

2 Timoteo 3:14

2 Timoteo 2:15

 Salmo 1:2-3

Salmo 119:97

(contraste: 2 Juan 9)

 

 

Yo me alimento de la Palabra de Dios y la Palabra de Dios me hará crecer y desarrollarme. Dios obrará en mí por Su Espíritu y hará que Su Palabra crezca (al encontrar buena tierra para ser implantada y para crecer—ver Santiago 1:21. La semilla ha de encontrar un terreno fértil en el corazón del creyente).

 

No te preocupes por otros, sino asegúrate de que TÚ estés creciendo. Asegúrate de que TÚ estás bien con Dios. La única persona que puede impedir que tú crezcas eres TU MISMO. ¿Quién es la única persona que te puede guardar  (tu corazón) bien con Dios? ____________

 

¿Por qué he de permanecer inmaduro? ¿Por qué habría de vivir en pobreza espiritual? ¿Por qué habría de ser un mendigo? ¿Por qué habría de ser un tullido espiritual si Dios me quiere tan sano e ileso? ¿Por qué he de ser tan enano? ¿Por qué no he de crecer? ¿Por qué no habría de traspasar el techo y remontar hacia Dios?

 

“Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús” (Filipenses 3:13-14).

 

 

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